Desde hace ya algunos años, el sector del turismo ve florecer nuevas denominaciones: ecoturismo, turismo equitativo, solidario, ético, responsable, sostenible… Hoy en día, el turismo debe ser verde, ecológico, porque se le acusa de ser responsable de alrededor del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero, es decir, cuatro veces más de lo que se estimaba anteriormente (Esta cifra data de 2018. Las citas provienen de este mismo estudio). Las previsiones dan un aumento del turismo mundial del 4% - y esto por lo menos hasta el 2025 - se hace más evidente la necesidad de regular, controlar, limitar su huella de carbono.
Ahora bien, el viaje se ha democratizado, los destinos lejanos nunca han estado más cerca o accesibles, la explosión del gasto turístico y muchos otros factores sociales. La economía ha hecho prácticamente imposible compensar la intensidad de carbono de la industria turística. Los expertos coinciden en que "el turismo representará una parte cada vez mayor de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero". Y la Secretaría de Clima de la ONU añadió: "Es en interés de la industria del turismo reducir sus emisiones, porque mucho de lo que vende dependerá de la preservación del medio ambiente".
El transporte aéreo representa solo el 20% de las emisiones turísticas. ¿Debemos dejar de viajar? El estudio señala también - lo que no era antes - todo el ciclo del "bien de consumo turístico", teniendo en cuenta el transporte, pero también los servicios consumidos y los impactos inducidos (La deforestación de una zona para la construcción de un complejo turístico es un ejemplo).
Hay una toma de conciencia de los estragos del turismo masivo, pero ¿qué hacemos? ¿Ya no viajamos? ¿No nos escapamos de la vida cotidiana?
Más allá del debate social sobre la necesidad de evadir o de modificar nuestros comportamientos cotidianos para hacer más habitable la vida cotidiana, se ha convertido en esencial considerar de otro modo el turismo, según un enfoque humanista y responsable. Frente a las aberraciones de todo tipo - por ejemplo, la cumbre sobre el clima de 2015 no tuvo en cuenta la aviación ni el turismo en sus cifras sobre el calentamiento global - es la propia industria del turismo la que debe emprender el camino hacia un futuro más limpio, más humano.
Algunos profesionales ya han optado por una forma de turismo menos tóxica, proponiendo, por ejemplo, viajes en pequeños grupos, privilegiando las relaciones con las comunidades locales - ya sean humanas o económicas - en el respeto de la naturaleza y de los hombres. Esta manera de abordar el turismo es también otra manera de considerar al viajero: es ver en él cualidades humanas de interés, de sana curiosidad, de respeto y de benevolencia hacia las poblaciones locales en particular y el país visitado en general. Por último, el turismo responsable es también un instrumento de desarrollo económico local, como medio de luchar contra la pobreza en algunas regiones, es un vector de bienestar para las comunidades que se encuentran.
Al ofrecer medios de vida alternativos, el turismo sostenible puede permitir el acceso de las comunidades locales a la mejor forma de vida económica y abrir puertas a los jóvenes (No hablamos de la disneylandización de la pobreza, por supuesto. Esta folklorización dada en respuesta a las expectativas fantasiosas de los viajeros, generada por un marketing inadecuado, favorece, por el contrario, la aculturación de las poblaciones - totalmente lo contrario de la filosofía del turismo responsable).
Para dar credibilidad a este nuevo enfoque, se han creado numerosas etiquetas, que tienen el mérito de encuadrar las buenas voluntades y regular a los defraudadores. Pero todo un jugoso negocio se injerta en esta visión del turismo, con los éxitos y las desviaciones que van.
La idea básica del turismo responsable - solidario, equitativo - breve, ético, es que: "el turismo puede y debe ser una palanca de amplificación de los impactos positivos en los territorios de acogida". Para ello, podemos basarnos en la carta del turismo solidario para apoyar su compromiso por un turismo diferente. O se puede ir a buscar una etiqueta, una gestión no siempre muy accesible para una agencia receptiva fuera su país por ejemplo. Un proverbio tibetano afirma que "el viaje es un regreso a lo esencial". Se privilegiará, pues, el encuentro y el intercambio, el respeto del medio ambiente, así como los usos y costumbres de las poblaciones y, por último, la participación de manera ética en el desarrollo local.
¡Por el contrario, nunca confunda turismo sostenible con misión humanitaria! Es la nueva tendencia pesada del momento: cada vez más operadores que reclaman un pseudo-turismo solidario venden viajes integrando misiones pomposamente llamadas humanitarias. El turismo solidario se apoya en el encuentro y los intercambios con las poblaciones, en el marco de una relación comercial equilibrada. Esta es su única misión. " Hacer turismo sintiéndose investido de una misión, para jugar a Santa Claus con libros, bolígrafos y medicinas descalifica el viaje en sí mismo. La asimetría del informe hace imposible el encuentro desde el principio. No se trata de la apertura, sino de la condescendencia", citando al ex director de Médicos sin Fronteras Rony Brauman.
Entonces, ¿qué perspectivas hay hoy, en el momento de una toma de conciencia colectiva mundial sin precedentes de los desafíos de la transición ecológica, energética y social?
Los vínculos entre el turismo, la prosperidad y la sostenibilidad son complejos y aún queda mucho por hacer antes de que todas las empresas turísticas se conviertan en «personas jurídicas» social, éticamente responsables y que todos los viajeros sean respetuosos del medio visitado. El turismo sin emisiones no existe, los programas de certificación y las etiquetas se multiplican según los ideales y las definiciones que cada uno quiere hacer de ellos, según las políticas del país... Tendencia marginal o corriente de fondo? Sin embargo, el proceso parece estar en marcha.
Se trata de una difícil conversión de la mirada: pasar de la visión de un turismo tradicional basado en la relajación en el presente, (divertirse y volver a salir) a la vista panorámica de las consecuencias de su acción a largo plazo. Ahora bien, el turista está ante todo en su satisfacción inmediata…
Quizás - para nosotros, profesionales del turismo - el mayor desafío de este naciente siglo XXI es favorecer, acompañar, participar en esta mutación que se anuncia inevitable.
¡DMC en Vietnam no pretende tener una respuesta para todo! Sin embargo, nuestra filosofía de partida se enriquece con nuestra larga experiencia sobre el terreno, la implicación propia de cada miembro de nuestro equipo (Por su historia personal, su pertenencia a una "minoría étnica", su cultura…) nos permiten sugerir algunos consejos prácticos para que el turismo rime con un desarrollo armonioso, tanto para el visitante como para las comunidades del territorio visitado.